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Dólar: qué cambia y qué no a partir de las nuevas medidas para frenar la demanda de divisas

¿Servirá esta vez para frenar la escalada en la cotización o demuestra que no hay tantas herramientas después de todo más allá de ir apilando restricciones? ¿Sumará esto en la línea que marcó Kristalina Georgieva, la titular del inefable y amnésico FMI, cuando pidió un plan «creíble» para a economía argentina?

Desde hoy hay más controles cambiarios. Algunos son informativos. Otros, en cambio, resultan de carácter administrativo y prometen activarse precisamente en función de cierta categorización. Para ponerlo en criollo, cuantos más dólares se precisen para pagar una importación, es probable que mayores filtros haya que atravesar. Por supuesto, esto no implica que al final del camino uno se encuentre si o si con la tierra prometida o, en todo caso, los dólares gestionados. Pero el BCRA aseguraba anoche que las nuevas medidas no implican un mayor recorte de las autorizaciones de divisas.

¿Servirá esta vez para frenar la escalada en la cotización o demuestra que no hay tantas herramientas después de todo más allá de ir apilando restricciones? ¿Sumará esto en la línea que marcó Kristalina Georgieva, la titular del inefable y amnésico FMI, cuando pidió un plan “creíble” para a economía argentina?

Acción y reacción. Las medidas van en dos sentidos, que, como siempre, pueden leerse en el sintético idioma de la oferta y demanda de dólares. Y lo hacen por distintas vías. Del lado de la oferta se trabaja con el agro, para que liquide. Y no mucho más. No hay señales de mayores desembolsos por ahora. Por la demanda, en cambio, el BCRA parece haber consumido los últimos días perfeccionando un sistema, urdiendo mecanismos que complementan, perfeccionan y, por ende, complejizan la operatoria de autorización de acceso al mercado de cambios, es decir, ralentizando la demanda.

Por un lado, y referido al pagos de importaciones por mercadería que aún no fue nacionalizada, las empresas deberán presentar a los bancos la SIMI autorizada por Aduana/Secretaría de Comercio (como antes se hacía con la DJAI). La “SIMI” es una declaración efectuada a través del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones. Si bien hasta ahora esa declaración debía tramitarse siempre, muchas entidades financieras solían no requerirla (no era obligatoria) y por ende, las empresas importadores podían “anticiparse” a pedir los dólares. A partir de ahora, cada banco, antes de solicitarle las divisas al BCRA, deberá comprobar que la empresa tenga la autorización correspondiente, es decir, que se le haya dado estado «salida». Por ende, la Aduana pasa a tener un rol más activo en términos de cómo se avanzan casilleros para llegar a los dólares de Miguel Pesce en el Central. Por otro lado, desde el 2 de noviembre, quienes no tengan la autorización de Aduana en alguna de las solicitudes, no podrán realizar nuevos pagos anticipados de importaciones de bienes hasta tanto “regularicen la situación”.

Pero a esto se sumó algo más. Los compromisos de giros de dólares al exterior por cualquiera de los conceptos permitidos (importaciones, servicios, deudas, etc.) deberán ser informados al Banco Central 48 horas antes, siempre y cuando esas solicitudes impliquen un pago por encima de los u$s 50.000 en la jornada. Así, el BCRA baja de forma contundente desde los u$s 500.000 habilitados hasta ayer, a una cifra mucho menor, el límite a partir del cual se pone en marcha el sistema informativo denominado “anticipo de operaciones cambiarias”. La incógnita es si será solo a título informativo como hasta ahora o si implica la posibilidad de que el BCRA deniegue la posibilidad de girar.

A eso sumó otras medidas que apuntan a recuperar la posibilidad de financiarse en el mercado de pesos, es decir, que las tasas que se ofrezcan en la plaza resultan más atractivas para que no se vayan al dólar o el BCRA no deba emitir tantos pesos para fondear al Tesoro (reduce así déficit cuasifiscal).

Ayer, subió de 27% a 30% la tasa de interés que paga a los bancos por las operaciones de pases, y que viene trepando desde el 19%. Es un movimiento gradual. Muy. Por otro lado, implementó una reducción de la tasa que paga las Leliq que tienen las entidades financieras hasta un 37% anual. De esa forma, libera pesos que los bancos van a usar para comprarle deuda al Gobierno, una especie de truco mágico que “transforma” la emisión que el BCRA gira al Tesoro en una especie de pasamanos, primero, con los bancos y son éstos los que financian al Gobierno, lo podría no interesarle tanto a los bancos si es que se transforma en algo repetitivo y que gana magnitud. También subió del 33% al 34% los rendimientos de los plazos fijos menores a 1 millón de pesos y a los de más de un millón de pesos los pasó de 30% al 32%.

Al margen de la lucha encarnizada del BCRA para que le cierren los números gruesos de la oferta y demanda de dólares, la crisis que enfrenta el Gobierno podría pensarse, en parte, con un origen muy fuerte en lo que puede “leerse” que ocurre en la macroeconomía y lo que una parte de los “tenedores de pesos” piensa sobre ello. Si hubiese que mencionar dos planos, uno es monetario y el otro es fiscal. La última semana, el ministro Guzmán junto con Miguel Pesce lanzaron un paquete de medidas, el segundo de la entidad rectora, cuyo objetivo no es otro que frenar la salida de reservas.

Ayer, a última hora, siguió sumando medidas en este sentido. Al margen del impacto, menor, que están teniendo hasta ahora (el agro ha liquidado muy por debajo de lo esperado hasta ahora), habrá que preguntarse por qué queda flotando la sensación de que aún no se ha llegado a una instancia virtuosa que vaya descomprimiendo la presión que existe sobre la cotización del dólar oficial. El contado con liqui y el blue siguen marcando record en $170. Con reservas del BCRA cada vez más bajas (aunque aún con bastante poder de fuego), la mirada de los analistas se cansa de enumerar que hay DEGS, encajes, oro y poco más. Por eso, a la hora de evaluar los impactos, hay quienes sostienen que lo único a rescatar en términos de expectativa es la fuerte restricción a demandarle dólares al BCRA impuesta a los particulares, personas y empresas, del sector privado. En esa línea, parece, sigue trabajando el Gobierno. Pero hasta ahora no ha podido frenar la brecha, otro problema, que es cada vez más importante.