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«La argentinidad al palo»
por Lucas M. Beber

No se trata de la canción de la Bersuit, sino de una demostración de la eterna «viveza criolla» argentina. Cada vez que algo escasea, el propio comerciante le sube el precio al artículo a fin de obtener más ganancia hasta tanto ese artículo vuelva al mercado.

Por las disposiciones nacionales respecto a la cuarentena, muchas fábricas debieron parar de producir y una de ellas son las tabacaleras. Para quienes no fuman, esto no importa en lo más mínimo, pero para quienes sí lo hacemos fue una lucha por encontrar un paquete de puchos en la ciudad. Hasta ahora lo es, claro.

Los precios que mandan las tabacaleras para la venta al publico son recargados por quienes los venden al consumidor final, dado que los márgenes de ganancias se redujeron. Por ejemplo, un Marlboro Box por 20, el precio sugerido es de $ 138,00 pero el precio final pagado en el quiosco es entre $ 150,00 y $ 160,00. Eso no es demasiado, si vamos al caso.

Pero…
El típico vivo decidió que el precio de un paquete de cigarrillos (de 20) pase de $ 160,00 hasta $ 260,00 en algunos quioscos, con la excusa de que se los revenden caros y ellos deben cobrarlos caros…

Si uno se pone en el lugar de quien los vende es lógico que eso pase (compro caro, vendo caro), pero en estos casos en particular el mismo comerciante debería tener el criterio necesario para no hacer lo que hace: aprovecharse de la situación. Y quizás lo mejor sería no venderlo, porque se expone a que en un futuro no muy lejano pueda llegar a perder clientes.

En lo personal no he comprado a ese precio porque lo considero una estafa directa, pero sé de mucha gente que aún así lo hace… a pesar de la estafa.

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