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Nueva ola de coronavirus, ¿nueva ola de corrida cambiaria?

Si la segunda ola golpeara con fuerza a nuestro país, los problemas económicos se agravarían.

Para no perder la costumbre, la economía argentina entrará a 2021 en crisis, con grandes problemas y desafíos por delante. Para no perder la costumbre, el principal problema y desafío será el mismo que hace ya varios años: la falta de dólares.

En 2020, el stock de Reservas netas cayó casi 70%, pasando de u$s13.500 millones al cierre de 2019 a la zona de u$s 4.200 millones en la actualidad. La emisión de casi $2 billones, 7% del PBI, para financiar un déficit fiscal récord que se disparó por la pandemia se tradujo en un exceso de oferta de pesos, que en gran parte se redirigió a la compra de dólares, oficiales y paralelos, alentando la brecha y las expectativas de devaluación.

Un salto cambiario aceleraría la inflación y golpearía todavía más al poder adquisitivo, dando por tierra con cualquier incipiente recuperación de la actividad. Por lo tanto, una nueva disparada del precio del dólar sería una muy mala noticia. Para evitar esta dinámica negativa, el Banco Central sacrificó más de u$s4.600 millones de Reservas en el mercado de cambios este año y, a pesar del súper cepo que se reforzó en septiembre, las intervenciones aumentaron casi un 50% en relación con 2019.

En este marco, la dinámica de corto plazo encendió señales de alerta. Aun cuando este año se haya reestructurado de manera exitosa la deuda pública en moneda extranjera, relajando las necesidades de divisas financieras hasta 2024, y aun cuando este año encadenemos el segundo superávit comercial seguido, la caída de las Reservas netas, especialmente durante el segundo semestre, es la principal fuente de preocupación de nuestra economía.

Más allá de esta tensión que en algunos momentos fue extrema, las presiones cedieron en las últimas semanas. En parte porque las mayores señales de consistencia fiscal que dio el Ministerio de Economía redujeron las expectativas sobre el déficit futuro y, por lo tanto, de las necesidades de emisión. Además, porque las intervenciones de Banco Central y otros organismos públicos en el mercado paralelo a través de la venta contra pesos de bonos en dólares les pusieron un techo a los dólares financieros. Por último, porque los mercados paralelos estaban caros: a modo de ejemplo, un turista extranjero que hubiese llegado a la Argentina a mediados de octubre se habría encontrado con el país más barato de los últimos treinta años.

Sin embargo, las calmas nunca son completas en la economía argentina. Mientras que las presiones se descomprimían, la segunda ola de coronavirus se convirtió en una realidad en varios países de Europa, e incluso de la región. En este marco, los interrogantes se reabrieron y las dudas reaparecieron. En diciembre, el Banco Central revirtió su posición vendedora en el mercado de cambios por primera vez desde junio: la salida de la cosecha fina y una corrida que lleva más de seis meses y se empieza a desgastar parecieran ser las principales causas de la mejora. Ahora bien, con una reaparición acelerada de los contagios, los avances se esfumarían.

Si la segunda ola golpeara con fuerza a nuestro país, los problemas económicos se agravarían. No solo por las restricciones a la oferta, que posiblemente sean menores a las de la primera parte de este año, ya que en el camino se lograron varios aprendizajes sobre cómo operar con protocolos y reducir los riesgos de contagio sin restringir la actividad productiva, sino, principalmente, por el shock inesperado de liquidez que implicaría.

En este sentido, una aceleración de los contagios por coronavirus volvería a golpear a la recaudación y, posiblemente, motivaría al gobierno a relanzar algunas de los gastos contracíclicos por ahora suspendidos -IFE, ATP, etc.-. Dado que el acceso a los mercados de crédito no se reabrió entre la primera y la segunda ola de Covid, es probable que el “nuevo” rojo se financie, otra vez, con emisión. Por lo tanto, la oferta de dinero, que comenzaba a equilibrarse con la demanda, crecería nuevamente; y, por lo tanto, la contracara del exceso de oferta de pesos sería, nuevamente, un exceso de demanda de dólares en el mercado oficial y paralelo.

En este punto, el gran problema es el stock de Reservas netas: muy sentido por la primera ola de la pandemia y las expectativas de devaluación que provocó, no alcanzarían para frenar una nueva ronda de presiones cambiarias. En consecuencia, cuando la situación económica empezaba a estabilizarse tibia y lentamente, la cuestión sanitaria podría volver a jugar una (muy) mala pasada.

La economía argentina entrará a 2021 tan frágil como endeble, arrastrando los problemas de los últimos largos años. Aunque la posición del Banco Central mejoró en relación con los meses anteriores, continúa siendo débil, y un soplo -u ola- podría derribarla. Para no perder la costumbre, estabilizar las presiones cambiarias será, otra vez, el principal desafío económico.