Al Pulpo casi le cobran un penal que no fue y aunque su equipo iba ganando 4 a 0, protestó fuerte por lo que consideró injusto. Por lo demás, tuvo un partido tranquilo.

El chileno se complicó solo ante un Depro que atacó en cuentagotas: una salida imprecisa al comienzo del partido no terminó en gol rival porque Robles le perdonó la vida, un poco por el pique de la pelota y otro poco por su indecisión.

En el área contraria no pudo definir de volea un centro de Rollheiser. En la propia, llegó apareado con Robles en la llegada más peligrosa del rival – que el delantero definió afuera- y lo anticiparon de cabeza en la jugada del penal anulado.

No tuvo una buena noche: una distracción lo hizo quedar enganchado en la jugada del gol mal anulado mal al Depro y una mala salida casi a la mitad de la cancha lo dejó descolocado en la que Robles casi manda adentro.

Sin la profundidad de Montiel en sus proyecciones, en ataque aportó el centro en el segundo gol y su constancia para ser descarga. En defensa tuvo un pequeño lunar: le ganaron la espalda en la que definió Robles.

No tuvo la preponderacia habitual porque el partido se jugó mucho más en el campo rival que en la zona de confort del mendocino, aunque aportó la precisión y la jerarquía de siempre.

Un gol de su clase, con pared, gambeta y definición de caño para abrir el partido, y 45 minutos en los que no hizo otro porque al arquero se lo sacó en la línea pero que le alcanzaron para mostrar su clase ante un oponente inferior.

Entró picante y motivado para desequilibrar el rubio, aunque se quedó con las ganas de gritar: Correa le negó el gol dos veces, la primera sacándole un cabezazo al ángulo y la segunda, tapándole con el pie un zurdazo bajo. Asistió a Angileri en el gol

Estiró su invicto a 24 partidos en la Copa y vio a un equipo que impuso su diferencia, probó a varios juveniles y tuvo una nueva distracción en una pelota parada.