Un valle situado entre la Serranía del Empalado –también conocida como Serranía de Siruma o Ciruma– y el comienzo de la Cordillera de los Andes, en Suramérica, era visitado asiduamente por comunidades aborígenes para recoger un poderoso aceite al que llamaron ‘mene’ y que brotaba espontáneamente de la tierra.
Los nativos denominaron ese extenso valle como Mene Grande, en referencia a los grandes brotes del líquido aceitoso que se conseguían en el campo que frecuentaron libremente hasta inicios del siglo XX. El ‘mene’ era utilizado por los indígenas para impermeabilizar la madera de sus curiaras y también como ungüento para curar afecciones en la piel, tratar dolores corporales y el malestar estomacal.
El Mene Grande se encuentra en Venezuela, específicamente en el estado Zulia, región ubicada al occidente del país que es fronteriza con Colombia y el Mar Caribe. Allí habitan cinco pueblos aborígenes: los añú, los barí, los yukpa, los wayú y los japrería.
Las reseñas indican que Mene Grande fue visitada desde la época prehispánica, en mayor proporción por indígenas de la etnia Añú, quienes habitaban en palafitos dentro del Lago de Maracaibo y exploraban la zona constantemente para actividades de recolección.
Tras la llegada de los colonos españoles, se dice que se reforzó la creencia de las propiedades curativas del ‘mene’, al punto de –incluso– llegar a exportarlo en pequeños barriles a territorio europeo para tratar una forma de artritis conocida como ‘La Gota’.
Mene Grande: epicentro del cambio de una Nación
En 1914 Mene Grande se convirtió en referencia mundial y pasó a convertirse en una de las zonas más deseadas por las empresas energéticas extranjeras, cuando se descubrió el primer gran pozo comprobable del mágico ‘mene’, el tan anhelado «oro negro», una reserva de petróleo de la más alta calidad.
Previamente, la zona había sido estudiada por geólogos extranjeros que se interesaron en la presencia de los grandes manaderos de ‘mene’ entre las localidades de San Timoteo y el Río Paují, una zona de unos 270.000 kilómetros cuadrados que fue dada en concesión por el dictador Juan Vicente Gómez, en 1909, a John Allen Tregelles, un representante de la empresa inglesa The Venezuelan Development Company.
Finalizada la concesión, un hábil abogado llamado Rafael Max Valladares adquirió los derechos en 1912 y los traspasó a la Caribbean Petroleum Company, una empresa establecida en Nueva York (EE.UU.) desde 1911 como subsidiaria de la General Asphalt Company, que luego fue absorbida por el Royal Dutch Shell. Esta empresa inició sus exploraciones en septiembre de 1912, a cargo de Ralph Arnold y un equipo de geólogos, quienes recomendaron perforar inmediatamente un pozo que identificaron como ‘Mene Grande 1’ (MG-1).
La exploración comienza el 15 abril de 1914 en el Cerro ‘La Estrella’, luego que un grupo de campesinos –bajo las condiciones más extremas de trabajo– instalaron el taladro que meses después, el 31 de julio, hizo reventar una de las más grandes reservas de crudo existentes en el subsuelo de la cuenca del Lago de Maracaibo.
Luego de este hecho, el pozo MG-1, colocado junto a un gran arbusto llamado por los indígenas como ‘Zumaque’, pasó a llamarse ‘Zumaque 1‘ y se decretó su explotación con fines comerciales.
De esa manera, aquel mágico valle explorado por los indígenas desde la era prehispánica, que posteriormente fue labrado por humildes campesinos, se convirtió en símbolo de salto para la historia de Venezuela, un paso irreversible que cambió la vida del país durante el siguiente siglo, hasta llegar incluso a ser la primera potencia exportadora de crudo, fundar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y hacer del ‘mene’ el principal eje de desarrollo de su economía.
Sabotaje petrolero contra soberanía petrolera
A inicios del siglo XXI, en 2002, el gobierno del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue asediado por el llamado paro y sabotaje petrolero, una acción con fines golpistas que fue gestionada por gerentes de la industria petrolera venezolana que operaban a favor de transnacionales extranjeras y que procuraban poner en manos de privados los recursos energéticos de los venezolanos. Aquel evento produjo pérdidas sin precedentes para el país y dejó en evidencia que el petróleo era, y es, el eje que motoriza integralmente su desarrollo.
Chávez, teniendo en cuenta la importancia estratégica de la industria petrolera para Venezuela, incluso para mantener la independencia y soberanía de la nación, decide, en 2007, nacionalizarla y promulgar una serie de decretos que obligaban a las transnacionales a crear empresas mixtas en las que el Estado venezolano tiene, por ley, la mayoría de las ganancias por la explotación.
«Los venezolanos no teníamos hasta hoy acceso al control operacional de nuestro petróleo y procesos de mejoramiento, de los cuales dependerá este siglo y el próximo», dijo Chávez ese 1º de mayo de 2007, fecha que marcó el inicio de una guerra en torno al petróleo venezolano, pues había puesto fin a un proceso de privatización que habían iniciado las transnacionales en la década de los 90.
Tras 107 años de aquel hecho en Mene Grande, el petróleo es uno de los recursos energéticos más ansiados por las potencias mundiales, entre ellas EE.UU. y la Unión Europea, que durante los últimos años han aplicado contra Venezuela –que ostenta las reservas probadas de crudo más grandes del mundo– uno de los bloqueos comerciales y financieros más férreos, dirigido fundamentalmente contra su industria petrolera, para sabotear su producción, impedir su libre comercio, disminuir los ingresos del Estado y tratar, con ello, de concretar un cambio de Gobierno que les permita gozar de la explotación sin restricciones de las vastas reservas del crudo venezolano.
Fuente:RT