«Hay secretos chiquititos que te invitan a jugar. Y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar. Hay secretos livianitos que te llevan a volar. Y hay secretos tan pesados que no dejan respirar. No se tienen que guardar los secretos que hacen mal…».
La letra de la canción interpretada por el grupo Canticuénticos interpeló a una niña en su clase de música. Ya en su casa, la compartió con sus hermanas. Entonces una de ellas reveló ese secreto que le hacía mal: que un vecino la había abusado sexualmente. Luego, dos vecinas más del barrio contaron que también habían sido víctimas.
Los abusos ocurrieron en 2018 y 2019 en Neuquén, una provincia del sur argentino, y el efecto de la canción en las menores permitió que dejaran de callar situaciones tan dolorosas y traumáticas y que el caso llegara a juicio este año. Hoy, el agresor, un hombre de 79 años, fue condenado a tres años de prisión.
El impacto de la obra musical fue tal que, al final del juicio, la jueza Carolina González hizo que se escucharan los versos de una canción que también convoca a los adultos a brindarles confianza a los menores.
«Si no alcanzan las palabras para lo que hay que contar inventemos otro idioma, siempre te voy a escuchar. Acá estoy, quiero ayudarte, sé que decís la verdad, ya no habrá que andar con miedo porque te voy a cuidar. No se tienen que guardar los secretos que hacen mal…».
Reparación
Este jueves, al dictar una condena que no es de prisión efectiva, la jueza advirtió que ello no implica impunidad, ya que cualquier fallo por abuso sexual contra menores llega tarde.
«Donde deberíamos enfocar nuestra preocupación no es en el final de la historia. El debate o la respuesta verdaderamente eficaz no es a toda costa aumentar la represión, es contar con aquellas políticas públicas que sirven para prevenir que estos casos no se sigan dando», advirtió al explicar que las penas más duras que intentan enviar un «mensaje de terror» no son compatibles en procesos en los que no hay lugar para la venganza, como en este caso.
Así, el agresor tendrá que fijar residencia, no podrá mantener contacto con las víctimas ni acercarse a menos de 500 metros ni cometer nuevos delitos, y cada cuatro meses deberá reportarse a las autoridades. El fin de la condena es que resociabilice y aprenda a vivir en una sociedad en la que los cuerpos de los otros se respeten y la niñez sea protegida, demanda que fue compartida por la parte acusadora.
«Es urgente, hoy, darles una respuesta a las víctimas, devolverles sus infancias libres«, agregó la jueza que reconoció que la canción fue fundamental para ayudar a las menores a contar lo que habían pasado para poder seguir con sus vidas.
La influencia de la obra musical en las menores conmovió a parte de la sociedad argentina y, en particular, a su autora, la compositora Ruth Hillar, quien le contó al diario Río Negro que esta canción fue el mayor desafío de Canticuénticos.
«Parecía imposible cantar sobre una temática tan dolorosa… para la letra usé un lenguaje sencillo, que comunicara de una manera tranquila, y compuse la música con ritmo de vidala, un género argentino de gran profundidad», explicó.
Desde que salió la canción en 2018, agregó, el grupo comenzó a recibir mensajes que describían de la manera en que ayudaba a las niñas y niños víctimas de abuso, lo que se incrementó un año más tarde con un videoclip que traduce la letra en una animación sensible, comprometida y poética.
La compositora reconoció que es «infinitamente conmovedor» que la canción ayude a las víctimas, pero al mismo tiempo es «tristísimo» comprobar la cantidad de abusos sufridos por las infancias.
«En este caso particular fue conmocionante leer todo el relato y la referencia a la canción por parte de la jueza. Es la primera vez que leemos algo así. Creo que lo que hizo la jueza fue, a través de su gesto, reconocer el valor del arte como posible transformador de su tiempo (…) una canción que conmueve es una canción poderosa que puede iluminar lugares oscuros, desarmar las estructuras de todos los días y proponer mundos más justos», confió.
Fuente:RT