Detrás del contacto entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner: entre la desconfianza y el temor por las elecciones
Luego de meses de distanciamiento, el Presidente y la titular del Senado retomaron el diálogo con el objetivo de comenzar a encausar la crisis que atraviesa el Frente de Todos de cara al año electoral
La decisión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner de retomar los contactos en la cúpula del Frente de Todos llegó en un momento álgido. Ambos venían de una discusión fuerte, vía interlocutores, por las diferencias por la manera de enfrentar la campaña. Desde el comienzo del año, el Presidente había puesto quinta marcha para impulsar su propia candidatura a la reelección, sin consultar uno solo de sus movimientos con la Vicepresidenta. Y ella resentía la falta de iniciativa frente a su “proscripción” y su desatención a la pérdida del poder adquisitivo del salario.
No hablaban hacía meses y, aunque la coalición estaba unida formalmente, en los hechos estaba -y sigue- dividida. El dardo de Eduardo “Wado” de Pedro por la exclusión del acto con organismos de derechos humanos fue el parteaguas, que en un comienzo provocó una crisis, pero terminó con un nuevo acercamiento. Uno de los tantos que se sucedieron en la historia de una relación de avances y retrocesos, que en los últimos días tuvo un nuevo capítulo.
“Hablaron para bajar los decibeles”, dijo, lacónico, un representante de la líder mayoritaria del FdT. Pero aclaró que este primer contacto fue muy somero. Apenas unas líneas, por el chat de la red social Telegram que suelen utilizar para comunicarse porque les ofrece privacidad.
Desde la Casa Rosada consideraron la conversación como un hecho “natural”, si bien reconocieron que la falta de diálogo entre los actores principales se estaba prolongando, y que se trata de un hecho anómalo que preferirían evitar. Lo endilgan a la falta de experiencia en la dinámica de coalición, sobre todo para el peronismo, y a las “fallas de comunicacion” históricas. Y, si bien resienten las embestidas K, dicen que el Presidente aceptó conversar con la vice porque “no quedaba otra”. “Él siempre eligió comerse los sapos por el bien de la unidad”, dijo un alfil.