Era la noche. Fue la noche. Era de superhéroes la historia. Y lo fue. Porque en Boedo hay mística, pasión, huevos y, sobre todo, fe. ¿Así que era imposible meter tres goles?Bueno, ahí van cuatro. San Lorenzo lo hizo. Tenía que golear y esperar una mano de Fortaleza. Y se dio una conjunción mágica para un partido inolvidable, de los que quedan para siempre en la memoria colectiva, de los que te inflan el pecho: acá está el Ciclón, señores. En 16avos de la Copa Sudamericana porque le clavó un tremendo 4-1 a Estudiantes de Mérida, porque creyó en ese mensaje tranquilo y siempre positivo que bajó San Gallego Insua de Boedo. Sí, se podía. Y se pudo. Y se puede.

No era fácil la epopeya. Si bien en los papeles San Lorenzo podíar soñar con golear a Estudiantes de Mérida, la realidades de portivas quedaron plasmadas desde el inicio. Porque el equipo venezolano no fue ninguna Cenicienta en esta Copa Sudamericana y, con el mismo desparpajo que afrontó todo el Grupo H, así se plantó en el Pedro Bidegain. Si hacía un frío polar en el Bajo Flores, la temperatura se puso polar cuando a los dos minutos de juego (sí, leyó bien, a los dos minutos) la visita se puso en ventaja luego de un grosero error de Agustín Giay, que despejó hacia el medio del área un centro que Luis Arenas mandó adentro. De la epopeya al milagro. Porque ya no alcanzaban los tres goles de diferencia, se necesitaban al menos cuatro…

Fue todo demasiado cuesta arriba, con un San Lorenzo que fue más corazón que lucidez, que fue y fue, que empujó, que tuvo sus situaciones aunque mantuvo la tendencia de la Liga Profesional: hace pocos goles. Y, encima, a los 19’ llegó el avisó desde las tribunas, que llegó al banco y luego a los jugadores: en Chile, Fortaleza le daba una manito ante Palestino. Sí, más presión…

Y del milagro, por esas cosas lindas que tiene el fútbol, el Ciclón pasó al show. No por toques y jogo bonito, sino porque una insólita situación que se vivió cuando se moría el primer tiempo. Jalil Elías asistió a Giay, que amagó y fue derribado por Devinson Martínez. Penal. Y pelea: primero la agarró el propio Giay, luego lo quería Bareiro, llegó Gattoni y agarró la pelota firme. Se paró frente al arquero. Mientras tanto, el Gallego Insua llamó al arquero Batalla, le dio una indicación, el uno corrió hasta el otro arco y habló con Gattoni: el defensor, que se despidió de San Lorenzo, le dejó el penal a Bareiro y se fue muy caliente al mediocampo. El paraguayo, que alguna vez picó u penal y quedó en ridículo por mandarla por arriba, igualó las cosas. Y a soñar otra vez.

Y sí. Al final, hubo épica. inolvidable. La esperanza abrió los pulmones y respiró hondo cuando Bareiro volvió a meterla con un cabezazo perfecto para el 2-1 parcial. Y cuando Braida clavó un derechazo celestial que bajó desde el mismísimo cielo para entrar en el ángulo, en ese mismo momento, sí, Fortaleza le metía el segundo a Palestino para meter al CASLA en los 16avos de la Copa. Pero para que no haya dudas, el Perrito Barrios clavó el 4-1 para el grito eterno de un estadio que explotó, para otra noche de San Gallego de los Milagros, para creer, soñar y para sentirse más Cuervo que nunca. Y esto sigue…

Estudiantes abrió el marcador

Bareiro lo empató de penal

El Ciclón se puso 2-1 con doblete de Bareiro

Golazo de Braida para el 3-1

El Perrito y su gol de la clasificación