En el informe del verano boreal de la Unión Europea (UE), la Comisión proyectó que la economía de la zona del euro terminará el año con crecimiento de 0,8%, siendo que en mayo de este año la expectativa había sido de 1,1%. Esto quiere decir que para 2024, la expectativa retrocedió de una proyección de 1,7% a 1,4%.

Asimismo, la Comisión también redujo la expectativa de crecimiento de la eurozona para 2024 a 1,3%, diferente a la proyección inicial de 1,6%.

Los últimos datos confirman que la actividad económica de la UE fue moderada en el primer semestre de 2023 como consecuencia de las sacudidas

En términos del comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, el bloque «evitó una recesión en el invierno pasado a pesar de los excepcionales vientos en contra» y agregó que la actividad económica «se estancó en el segundo trimestre y los indicadores de las encuestas apuntan a un mayor debilitamiento en los próximos meses».

De igual manera, según el comisionado, la reducción en las expectativas fue impulsada por «una leve retroceso en los precios de la energía y moderadas presiones en el sector de alimentos y bienes industriales».

Por su parte, un dato alarmante que exhibió las proyecciones de la Comisión fue el vaticinio de que Alemania cerraría el año 2023 en recesión de -0,4%. El desempeño del PIB en Alemania «en la primera mitad del año ha sido significativamente más frágil de lo esperado».

Para España, la Comisión proyectó que cerrará este año con sólido crecimiento de 2,2%, un nivel tres décimas por encima de su previsión de mayo: «la economía registró un comportamiento muy sólido en el primer semestre del año, superando nuestras expectativas de primavera».

Tal como contó U24, el pueblo germano enfrenta el estancamiento del Producto Bruto Interno (PBI) en los últimos años, un 0,3 % durante el primer trimestre 2023 (tras el 0,5 % en los tres últimos meses de 2022) y fue aún más golpeado por el alza en los precios energéticos dada la guerra en Ucrania.

Es que, como mencionó Urgente 24, la crisis económica en Alemania se debe, entre otras variables, a una economía manufacturera dependiente que es más vulnerable a las crisis globales y por la dependencia energética, tal como el caso del gigante ruso Gazprom, que tras iniciarse el conflicto bélico entre Rusia-Ucrania muchas naciones europeas como el territorio germano se quedaron sin ese suministro de gas, oportunamente.

Gazprom redujo las exportaciones de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 (por retrasos en la devolución de la turbina NS-1 en una revisión en Siemens Energy de Canadá) y a la vez el gasoducto Nord Stream 2 del Báltico sufrió un «sabotaje», lo que se tradujo en una crisis energética en Europa.

El país europeo más afectado por el corte de suministro sigue siendo Alemania, que importaba alrededor del 40 % del gas del Kremlin. Este acontecimiento alzó abismalmente los precios de las tarifas energéticas y encareció el costo de vida germano.

Ante las consecuencias de la guerra en Ucrania, el aumento de los tipos de interés y la elevada inflación, entonces el Comisario Económico de la UE, Paolo Gentiloni, habló de «múltiples vientos en contra» que están frenando el crecimiento más de lo esperado en primavera.

No obstante, el vicepresidente de la Comisión de la UE, Valdis Dombrovskis, espera que se produzca una leve recuperación para el próximo año, «apoyada por un mercado laboral fuerte, un desempleo récord y una reducción de la presión sobre los precios».

Guerra en Ucrania y efecto domino mundial

Como reveló U24, la guerra rusa en Ucrania desestabilizó las economías globales, a tal punto que repercutió en el plano alimentario mundial, en índices de inflación, en costos energéticos y aumentó la influencia china en el Indo-pacífico.

En cuanto al plano alimentario mundial, debido a que Rusia y Ucrania son exportadores de productos alimentarios, sobre todo los granos y el trigo, la guerra contribuyó a que el precio de los granos alcanzará uno jamás registrado, es decir, un alza histórica.

De hecho, la ONU advirtió que el mundo se vería amenazado por el hambre, especialmente algunas partes de África y Medio Oriente. Por ello Rusia con la mediación de Turquía, habilitó por un tiempo un corredor humanitario para que buques ucranianos recojan granos y los exporten. Pero luego el acuerdo cesó, ya que Moscú alega que con ello se estaba financiando al frente ucraniano.

Con respecto a la alza de la inflación por la guerra, cuando el mundo estaba recién saliendo de la pandemia, la crisis energética y la desaceleración del PBI contribuyeron a un aumento de la inflación, mayor en economías dependientes, pero afectó también a las potencias.

En muchos países se desplomó el salario real y disminuyó el poder adquisitivo. Estados Unidos, Francia, Reino Unidos y Alemania aumentaron su gasto fiscal para subsidios y reducción de impuestos ante el cataclismo económico mundial.

En relación a otra consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, nos referimos a la energía. La guerra desencadenó la peor crisis energética global desde 1970, como mencionamos antes, por cortes de suministros de gas desde el gigante ruso Gazprom y por las sanciones a Rusia, como evitar que el bloque europeo compre gas o petróleo (pero el Kremlin se salvó vendiéndoles a China e India).

Por último, la cuestión de China es importante, ya que el país asiático ha sabido no pronunciarse sobre la guerra en Ucrania, pese a que se abstiene de criticar a Rusia que es su socio comercial y con quien practica ejercicios militares, en conjunto con Sudáfrica.

Por eso, aunque el diplomático de más rango en China, Wang Yi, le dijo a su homólogo ucraniano que no quería que la guerra “se prolongue ni tampoco escale”, el presidente estadounidense Joe Biden y la OTAN están muy atentos a la pseudoneutralidad de Xi Jinping por si en un futuro cercano le proporciona armas al frente ruso.